¿Qué es un Hombre sin un sueño?
¡Nada!
Un Hombre sin un sueño, a lo sumo es un ciudadano.
Y ¿es grande la diferencia entre un Hombre y un ciudadano?
Ciudadano es el que depende de esa abstracción que llamamos Estado,
El Estado es la teta donde maman los ciudadanos, pero el cáncer del Hombre.
El Hombre depende de Dios, es decir de la mismísima vida.
Ciudadano es el que está esperando que alguien haga por él,
lo que él no haría ni por él ni por nadie.
Hombre es el que sabe que para vivir mejor, hay que ser mejor.
Ciudadano es el que busca la verdad y el culpable fuera de él.
Hombre es el que sabe que la verdad y el culpable, se lo buscan dentro de uno.
Además en una sociedad competitiva y comparativa como la nuestra,
si existe una escala de valores, que evidentemente existe,
¡Un Hombre es un ser invalorable!
Sin embargo, un ciudadano tiene un precio específico...
¡Un ciudadano vale exactamente un voto!
“Texto Ciudadano” de “Lo Cortés no quita lo Cabral”.
Autores: Alberto Cortés y Facundo Cabral.
Antes de ayer, la tierra rugió de nuevo en Guatemala.
Su bramido, un seísmo de magnitud 7,4 registrado en el mar, a 24 km al suroeste de Champerico, me trajo el recuerdo de aquel otro terremoto que viera mi niñez en 1976, cuando un movimiento de magnitud 7,5 causó la muerte a cerca de 20.000 personas.
Una de aquellas tragedias imborrables, que se grabaron en las retinas de mi infancia, como la de la niña Omaíra Sánchez y su interminable agonía, filmada por las cámaras de Televisión Española, cuando una avalancha de lodo, tras la erupción del volcán Nevado del Ruíz, sepultó al pueblo colombiano de Armero.
Aquellos horrores de mi niñez, que después volverían en mi juventud.
Aunque, su vuelta sería dulcificada por los expertos en Comunicación Social. Ya no eran horrores, ahora eran catalogados como los antecedentes de este fenómeno global que llamamos ahora como “Globalización”
La historia y nuestra “Globalización” han desnaturalizado las 20.000 víctimas de aquel seísmo y las 25.000 de la avalancha colombiana. Afortunadamente, en esta ocasión el número de víctimas es mucho menor, “estadísticas de Ciudadanos”... Pero también, nuestra “calidad cómo hombres”.
“¿Quién rescatará a los hombres?”
Apenas, hace unos minutos acabo de leer la noticia del suicidio de una mujer de 53 años, cuando iban a desahuciarla en Baracaldo. Es el segundo suicidio por el mismo motivo que los medios de comunicación, nos dan en menos de un mes.
Ayer, los mismos medios informaban en sus portadas que la justicia europea, Bruselas ve ilegal la norma española de desahucios. Europa, los principales partidos políticos españoles, la justicia europea y española, la Iglesia...
Aquí, todos ven lo injusto de no poder permitir paralizar un desahucio invocando las cláusulas abusivas que la mayoría de las entidades bancarias y financieras nos obligan a firmar previo a la concesión de una hipoteca con la que poder acceder a una vivienda digna, derecho recogido en el artículo 20 de nuestra Constitución.
Ahora que...
... quienes han designado los votos (de los ciudadanos) se aprestan a rescatar a las entidades...
... entidades que han abusado y exprimido hasta la extenuación (a los ciudadanos), ocasionando en gran parte la actual situación de crisis y...
... A sabiendas de que para ese rescate y sus intereses, ya se tiene quién habrá de pagarlos (usted y yo, como ciudadanos)...
Me pregunto necio de mí, ¿dónde han quedado los hombres? ¿Dónde nos dejarán el tiempo y la globalización esas dos víctimas de ésta situación? ¿Quién rescatará a los hombres y mujeres que hay detrás de esta situación?
“Abatido, pero no muerto”
Y fue precisamente en la ciudad de Guatemala, donde hoy hace 16 meses una “pendejada a balazos” (cómo él solía decir) nos privó del genial poeta y cantautor argentino con el que se abre este artículo. Facundo fue abatido a tiros por sicarios el 9 de julio de 2011.
En 1976, valorando la tragedia causada por el seísmo, el entonces presidente de Guatemala Kjell Eugenio Laugerud García dijo “Guatemala esta herida, pero no de muerte.”
Hoy, que Guatemala, me ha vuelto a traer entre tantos recuerdos, el de mi admirado Facundo, en mi alma resuena “Facundo fue abatido, pero no muerto... ¡Vive en vinilo de sus discos!”